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martes, 16 de octubre de 2012

EL ÁGUILA IMPERIAL IBÉRICA


Una de nuestras más importantes rapaces en peligro de extinción es:





El águila imperial ibérica (Aquila Adalberti) es una gran ave de presa exclusiva del Mediterráneo occidental y una de las rapaces más escasas del mundo. Numerosas acciones de conservación han permitido su recuperación pasando de las 100 parejas en 1995 a las 230 de 2007, distribuidas por Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y Castilla y León. Asimismo, destacan dos zonas donde la población ha disminuido drásticamente debido al uso de veneno: Valle del Tiétar (Toledo-Ávila) y Doñana (Huelva, Sevilla y Cádiz).

Esta gran rapaz cría en zonas boscosas de llanura y media montaña, donde establece sus nidos sobre la copa de grandes árboles y tiene sus cazaderos en zonas próximas, en las que captura su principal presa, el conejo de monte. También es capaz de cazar otras especies, además de comer carroñas cuando no encuentra otro alimento.


DESCRIPCIÓN.


El plumaje es pardo muy oscuro en todo el cuerpo, excepto en los hombros y la parte alta de las alas, de color blanco. La nuca es ligeramente más pálida que otras partes del cuerpo, y la cola más oscura, sin bandas claras o líneas blancas como en el águila imperial oriental. En el caso de los individuos subadultos, éstos son pardo-rojizos, sin diferencias de coloración, y no desarrollan el plumaje de los individuos maduros hasta los 5 años de edad, al mismo tiempo que la madurez sexual. El tamaño medio de los adultos es de entre 78 y 83 cm de altura, y 2,8 kgrs., si bien las hembras, más grandes que los machos, pueden llegar a los 3,5 kgrs. La envergadura alar varía entre los 1,8 y 2,1 mtrs.

Viven unos 20 años de media, habiéndose documentado ejemplares de 27 años en el medio natural y de 41 en cautividad.


ALIMENTACIÓN.

El grueso de su alimentación lo constituyen los conejos, que cazan en solitario o en pareja. También depreda sobre liebres, palomas, cuervos y otras aves, y en menor medida zorros y pequeños roedores, así como pueden alimentarse ocasionalmente de carroña.




REPRODUCCIÓN.



El águila imperial ibérica es monógama. La época de celo se da de marzo a julio, durante el cual las águilas reacondicionan uno de los nidos que han usado durante años rotando de uno a otro. Estos nidos están situados en la copa de árboles como alcornoques o pinos. En las zonas de repoblación forestal se han habituado a nidificar sobre eucaliptos, a pesar de ser ésta una especie alóctona. Nidifican tanto en ramas altas como bajas.


La puesta típica consta de 4 a 5 huevos de 130 gramos de peso que se incuban durante 43 días. Es común el que se desarrollen hasta tres polluelos,
aunque esta tendencia ha disminuido en los últimos años debido al uso de pesticidas, que aumentan el número de huevos infértiles. Si el año es malo y hay poca comida, el pollo mayor la acapara y es el único que sobrevive; no obstante, se puede decir que el águila imperial ibérica no practica el cainismo. Cuando necesitan ir en busca de comida, los padres cubren los huevos o polluelos con hojas y ramas para evitar que sean descubiertos por los depredadores,] algo que a veces no es suficiente, terminando con alguno de los pollos capturado por un águila real o, en el caso de los nidos bajos, incluso un zorro u otro carnívoro de tamaño medio.

Los jóvenes abandonan el nido entre 65 y 78 días después de nacer, pero continúan viviendo en las inmediaciones y siendo alimentados por los padres durante 4 meses. Pasado este tiempo, se independizan y emprenden una vida nómada. Cuando alcanzan la madurez sexual suelen visitar los límites de los territorios de parejas sedentarias a la búsqueda de algún individuo de sexo contrario «soltero» o «viudo». Los jóvenes nómadas son frecuentemente atacados por las parejas de adultos en cuyos territorios se han adentrado.

(Águila Imperial electrocutada)

AMENAZAS CONTRA SU SUBSTIENCIA.

Las principales amenazas para la Imperial –la electrocución en tendidos eléctricos, los envenenamientos y el furtivismo- están directamente relacionadas con el ser humano. Además, se suma la destrucción de su hábitat -el monte mediterráneo- por cultivos y urbanizaciones, así como la disminución de su principal presa, el conejo. Los cebos envenenados mataron entre 1995 y 2000 aproximadamente a la mitad (48%) de las águilas imperiales, convirtiéndose el veneno en la primera causa de mortalidad no natural para la especie. En los cinco años posteriores el número de casos de electrocuciones ha superado los de envenenamiento.