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domingo, 18 de agosto de 2013

Garrotes de Jarafuel - Publireportaje en Alcala del Jucar.

La agricultura emplea cada vez materiales más modernos en la construcción de los instrumentos y maquinaria que utiliza, y sin embargo, los mejores son los que se usaban en los inicios. Las horcas, mangos de azadas, bastones y garrotes se elaboran con almez, un arbusto que lleva cultivándose varios siglos en Jarafuel, único municipio de la provincia de Valencia en el que se sigue realizando.

El proceso para realizar cualquiera de estos utensilios es largo y el precio al que posteriormente se venden escaso. Don Jose es un artesano de este material con 74 años de profesión en la espalda (84 años de edad). "Desde que todo empieza hasta que acabas la horca pueden pasar cinco o seis años, es un trabajo muy laborioso y sacrificado", señaló.

Y luego los precios que se piden por los productos elaborados no son demasiado altos para el trabajo que cuesta crearlos. Según señaló Jose  hay tres clases de horcas. "La más habitual es de cuatro púas y cuesta ocho euros, la de cinco púas vale diez euros y la de seis llega a los 15", manifestó.

Son precios "que difícilmente puedes modificar porque si pides más la gente no compra, ya que lo ve demasiado caro sin saber todo el proceso que lleva detrás", me explicó este artesano de Jarafuel.

Largo trabajo 
El almez "son arbustos que vamos seccionando poco a poco. Cuando cortas uno crecen más pero en muchas direcciones y tenemos que encauzarlos", me explicó don Jose..

Con el paso del tiempo "se van limpiando las ramas que crecen y dándole fuerza para que crezcan las que estén menos desarrolladas para tratar de que todas vayan al mismo ritmo", señaló el artesano, quien añadió que existen árboles de los que van naciendo estos tallos "que tienen 200 y 300 años de antigüedad".

Después de haber pasado entre cinco y seis años, las ramas que terminarán convirtiéndose en horcas y que ya tienen la forma de este utensilio se recogen. "Habitualmente suelen cortarse durante el mes de enero y las metemos en un sótano para evitar que se sequen". De esta manera llegan a apilarse hasta 4.000 piezas de lo que en un futuro serán utensilios de agricultura.

A partir de aquí empieza otra fase del trabajo. Del sótano se sacan para tratarlas en el fuego. "Cuando se cuece la madera es el momento en el que se debe de sacar porque es justo entonces cuando hay que moldearla definitivamente; si se te enfría ya no te haces con ella", aseguró Jose.

Una vez que se han moldeado, ahora sí ya como horcas, se dejan secar durante dos meses, argumentó el experimentado artesano. Transcurrido este periodo de tiempo "se sacan del molde y es cuando se empiezan a refinar y a limar por si queda alguna aspereza en esta madera que es completamente blanca".

Jose advierte de que no todas las ramas que nacen del almez pueden ser utilizadas para la elaboración de horcas. "Cuando los tallos no son tan altos se usan para realizar otros utensilios en función del grosor que tengan", explicó el artesano, quien aseguró que en el caso de que sean de un tamaño normal "se emplearán en la creación de garrotes grandes y pequeños".

Sin embargo, si el grosor es un poco mayor "irán destinadas para los mangos de las azadas, los martillos de encofradores o picos, entre otras cosas", manifestó.

Eso sí, la evolución en el uso de estos elementos ha cambiado mucho con el tiempo. "Al principio las horcas se utilizaban para separar el grano de la paja pero actualmente la mayoría son para ornamentación".
















Aquí al almez no se le deja que se haga árbol, por lo que es cortado a una altura de unos cincuenta centímetros, en ese corte todos los años van naciendo nuevas ramas que se van guiando bien para hacer horcas, o para palos para hacer bastones o mangos.



Estas ramas o palos, una vez al año se cortan y se llevan a la fábrica, donde se mantienen en humedad para ir utilizándolas durante todo el año.




El almez es una madera muy blanda, por lo que se pueden hacer diversas formas con ella, para poder moldearla hay que calentarla, cosa que se hace metiéndola durante unos minutos en el horno.



Una vez que se ha calentado hay que pelarla, que es quitarle la capa de fuera, y dejar la madera blanca.