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viernes, 31 de agosto de 2012

Cómo sofocar los incendios forestales


http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/23/ciencia/1345724845.html

Una vez más España arde, el pueblo sufre, familias enteras lo pierden todo y lo mejor de nuestro patrimonio desaparece porque en pleno siglo XXI se continúan sofocando los incendios forestales con ramas y mangueras, lo cual resulta de todo punto incongruente.
Con lo que se gasta cada año en aviones, helicópteros y coches de bomberos se podrían evitar dichos incendios en un setenta por ciento de los casos.
Los incendios forestales contribuyen al calentamiento y la desertificación del planeta, provocan cientos de muertes y nos afectan cíclicamente pero en milenios no se ha sabido encontrar solución válida alguna porque siempre existirá un loco, un pirómano o un desalmado que convierta en inútil cualquier tipo de prevención.
No obstante, merced a las nuevas tecnologías esa solución existe, pero por desgracia depende de la voluntad de los políticos y estos jamás hacen nada hasta que ha sobrevenido una catástrofe de la que siempre otros tienen la culpa.
En mayo de 2005, señalé al Ministerio de Industria la conveniencia de aprovechar el mar que nos rodea con el fin de reciclar energía y como resultado se ordenó el estudio 'Aprovechamiento hidroeléctrico con agua de mar por acumulación por bombeo'.
Fue confeccionado por una de las mayores compañías eléctricas nacionales y meses después tres ingenieros de Unión Fenosa señalaron que salvo por pequeños detalles, los cálculos eran correctos y una Central de Bombeo Reversible de Agua de Mar produce unos beneficios en torno al 12%, incluida la amortización en catorce años, y a partir de entonces dichos beneficios se disparan.
Pese a estar diseñada para utilizar agua de mar su funcionamiento es idéntico al de las Centrales Reversibles de los pantanos; bombeando agua a lo alto de una montaña en 'horas valle' con el fin de dejarla caer y devolver energía en horas punta.
Su gran ventaja estriba en que el mar es inagotable, el depósito inferior gratuito y no se mantiene 'cautiva' de las compañías eléctricas un agua potable cada vez más escasa.
En la Península Ibérica se han seleccionado unas ochenta montañas en cuyas cimas podrían instalarse Centrales de Bombeo de Agua de Mar y tanto las islas Canarias como las Baleares abundan de igual modo.
Merced a sus eficientes sistemas de control, Red Eléctrica Nacional puede desviar de forma inmediata los excedentes de potencia a dichas centrales. Según estos, tres son las áreas de beneficio que el sistema aporta a la mejora de la eficiencia: capacidad de almacenamiento de energías fluyentes (eólica y fotovoltaica), aplanamiento de la curva de demanda eléctrica y calidad del suministro debido a que proporciona una inmejorable capacidad de respuesta ante situaciones de emergencia.
Ello evitaría tener que estar produciendo (tal como se hace en la actualidad) un 10% de potencia excedente destinado a prever un colapso motivado por el continuo e inesperado aumento de consumo.
También permite aprovechar de una forma más lógica una caprichosa energía eólica que 'no llega cuando hace falta pero siempre aparece cuando no se necesita'.
La verdadera alternativa de la energía eólica se centra en el hecho indiscutible de que es preciso que se instale una fuente de energía alternativa que funcione a todas horas para cuando no sopla viento.
El 27 de junio del 2005, un tornado derribó dos torres de alta tensión, por lo que los sistemas de seguridad de tres parques eólicos los desconectaron de la red, que se encontró de improviso con una caída de potencia que a punto estuvo de provocar una catástrofe dejando a oscuras a toda la nación.
Continuar permitiendo que los parques eólicos constituyan semejante peligro significa una insensatez, por lo que resulta esencial transformar toda su energía altamente inestable en potencial de energía hidráulica controlada.
Cada metro cúbico de agua de mar depositado en lo alto de una montaña de seiscientos metros de altura significa dos kilovatios de energía, con lo que las montañas se convertirían en 'bancos' en los que guardar los ahorros energéticos.

Un sistema de depósitos a diferentes alturas

Comprobado que desde el punto de vista económico el sistema resultaba altamente rentable, llegó el momento de avanzar en el tema de los incendios forestales partiendo de la base de que una serie de grandes depósitos de agua situados escalonadamente a diferentes alturas se encuentran en disposición de apagar cualquier fuego que se inicie en un área de unos treinta kilómetros a la redonda por medio de un sistema de tuberías dispuestas en forma de tela de araña que permiten que el agua fluya por la ley de los vasos comunicantes.
El coste de dichas tuberías ha sido calculado en un 8% de la inversión total, y en buena lógica debería ser financiado por la Oficina de Protección Civil encargada de preservar vidas humanas, así como por el Ministerio de Medio Ambiente como aportación a su lucha contra el cambio climático y la desertificación.
Algunos ecologistas se quejan por el hecho de tener que tender una red de tuberías a través de los bosques, pero no se quejan cuando se trata de tender la red de cables eléctricos de los parques eólicos que sí provocan incendios.
En puntos clave de dicha tela de araña, unas torres telescópicas pueden elevarse por la presión del agua hasta unos cinco metros por encima de los árboles.
En el momento en que unos satélites artificiales que ya existen y que detectan de inmediato cualquier señal de fuego avisa del peligro, el centro de control envía una orden a la torre más próxima que deja caer sobre las llamas una lluvia instantánea que apaga el fuego a semejanza de los sistemas contraincendios que se exigen en la actualidad a todos los grandes edificios.
No solo le está enviando el contenido del depósito de cabecera, sino toda el agua que simultáneamente se está bombeando desde el mar, ya que en caso de necesidad no importara utilizar energía de hora punta.
Prácticamente se puede enviar la totalidad del océano sobre cualquier bosque, pueblo, fábrica o vivienda en llamas. Poco importa que un incendio se apague con agua de mar; de hecho se está haciendo con aviones y helicópteros; un único envío de agua salada no afecta ni a la tierra ni a los cultivos.
La ecuación es simple: sobra viento, energía nocturna y agua de mar; falta energía diurna y agua; siempre que exista una montaña cerca un problema resuelve el otro y se encuentra preparado a la hora de cortar de raíz cualquier incendio forestal convirtiendo en realidad el sueño de que los bosques no ardan.
Instalar este sistema contaría con ayudas económicas por parte de las instituciones internacionales que abogan por la no contaminación, la independencia energética y la lucha contra la desertificación y el cambio climático.
El proyecto se basa en estudios realizados por los Ministerios de Agricultura e Industria a través de sus empresas Tragsa y Acuamed, así como de dos compañías eléctricas, Red Eléctrica Nacional, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Colegio de Caminos Canales y Puertos de Madrid.
Se encuentran a disposición de las autoridades que deseen consultarlos pero la experiencia me enseña que no lo harán hasta que puedan alegar que ya no queda un solo árbol que salvar.

* El escritor e inventor canario Alberto Vázquez-Figueroa escribe en estas líneas el sistema que ha ideado para luchar contra el fuego con depósitos de agua de mar conectados a diferentes alturas.

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